La enfermedad inflamatoria intestinal (enfermedad de Crohn y Colitis Ulcerosa) es una enfermedad crónica que cursa con brotes de actividad y otros periodos en os que el paciente está totalmente asintomático (en remisión). Esto implica que existen dos tipos de tratamientos, uno durante los brotes y otro de mantenimiento, y que se pueden administrar por distintas vías. En este artículo hablaremos en concreto de Colitis Ulcerosa y tratamiento tópico rectal.
Los principales antiinflamatorios tópicos son la Sulfasalazina y la Mesalazina, ambos fármacos que disminuyen la inflamación a su paso por el intestino.
Se utilizan para el tratamiento de los brotes (fase aguda) y para la prevención de recaídas (fase de mantenimiento) principalmente en los casos de Colitis Ulcerosa y algunas formas o localizaciones de la Enfermedad de Crohn.
En comparación con el tratamiento oral, el tratamiento tópico (vía rectal) ofrece cartas ventajas como son la liberación directa del fármaco en la zona de inflamación con rápida respuesta sintomática, la administración en dosis única/diaria y la seguridad del fármaco administrado por esta vía.
Para más información sobre estos fármacos y el tratamiento tópico en Colitis Ulcerosa, puede consultar la web de G-Educainflamatoria, en la que se detallan sus efectos secundarios, cómo se administran o cuándo está indicado su uso.
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Nos encontramos en otoño, y ya ha arrancado la campaña anual de vacunación de la gripe, y en este año que está resultando especial para casi todo, no podemos aislar la importancia de la vacunación antigripal en un contexto COVID-19.
Cierto es que todo el foco mediático está centrado en la búsqueda de una vacuna efectiva y segura contra el coronavirus, y aunque muy a nuestro pesar parece que en general este año sabemos más de epidemiología que nunca en la vida, que somos partícipes de cómo se divulgan en todos los medios constantemente conocimientos sobre virus, sus consecuencias y como vencerlos; es importante recordar que al menos mientras llega el momento de disponer de la ansiada vacuna, por el contrario sí disponemos de herramientas de prevención útiles que conseguimos en el pasado para vencer a otros virus y bacterias, como lo es la vacuna de la gripe.
¿Que es la gripe?
La gripe es una infección causada por el virus influenza, caracterizada por un inicio súbito de fiebre alta, dolor de cabeza, dolores musculares y articulares, y cansancio extremo. Pero además debemos ser conscientes que la gripe es un importante problema de salud por la carga de enfermedad y muertes que produce, ya que para algunas personas puede ser muy grave. Sin embargo, para la gripe existe una vacuna segura y eficaz que tiene un alto impacto en evitar complicaciones y salvar vidas. En la temporada 2019-2020 la vacunación evitó el 26% de las hospitalizaciones, el 40% de los ingresos en UCI y el 37% de las defunciones atribuibles a la gripe en las personas de 65 años de edad y mayores.
LA ENFERMEDAD
Existen tres tipos de virus de la gripe: A, B y C; los dos primeros son los causantes de la mayoría de los casos.
El virus de la gripe de tipo A presenta gran variabilidad genética y se clasifica en subtipos en función de las diferentes combinaciones de dos proteínas de la superficie del virus: la hemaglutinina y la neuraminidasa. Los animales, como las aves salvajes migratorias, pueden actuar como reservorio de los virus gripales de tipo A. En la actualidad circulan entre los humanos virus de los subtipos A (H1N1) y A (H3N2), y los linajes de virus B: Victoria y Yamagata.
Se trata pues de una enfermedad infecciosa respiratoria causada por un virus cuya máxima incidencia se observa en otoño e invierno
EPIDEMIOLOGÍA
En el pasado siglo ocurrieron tres pandemias de gripe, es decir, infección de gripe simultánea en diferentes países, causadas por un nuevo virus frente al que los humanos no tenían ninguna protección: en 1918, en 1957 y en 1968. La primera pandemia de gripe de este siglo la declaró la Organización Mundial de la Salud (OMS) en junio 2009 y fue causada por el virus de la gripe A (H1N1). Los virus del tipo B no tienen potencial pandémico, aunque sí epidémico.
La gripe estacional es una enfermedad contagiosa (se transmite fácilmente de una persona a otra), con un periodo de incubación de entre 1 y 3 días. La transmisión es por vía aérea, por gotas o por contacto directo con personas infectadas.
SÍNTOMAS
Los síntomas incluyen fiebre alta, dolor de cabeza, dolores musculares y articulares, y cansancio extremo. Se puede acompañar de tos seca, dolor de garganta y abundante secreción nasal. Si te pones enfermo/a de gripe, debes recordar la gripe está causada por un virus, así que los antibióticos (que son fármacos que actúan frente a las bacterias) no son eficaces. No mejoran los síntomas ni aceleran la curación. Además no están exentos de efectos secundarios, y un uso inadecuado puede hacer que las bacterias se hagan resistentes a ellos. Y en el caso de los pacientes con Eii se debe recordar que no se debe realizar una toma de éstos fármacos no indicada profesionalmente, ya que muchos podrían causar síntomas como la diarrea y/o molestias digestivas.
Cuando la gripe se produce en personas sanas, suelen recuperarse en el plazo de 1 semana y sin necesidad de atención médica. No obstante, en las personas con alto riesgo, la gripe puede presentar complicaciones como bronquitis o neumonía, que pueden requerir ingreso hospitalario e incluso llevar a la muerte. Sin embargo, en algunos casos la enfermedad puede no presentar síntomas.
Este año como bien sabéis a muchas personas les resulta inquietante y genera más ansiedad no poder saber ante síntomas similares ante que tipo de enfermdad nos encontramos y aunque la recomendación general es contactar con los servicios médicos si tenemos dudas y para una correcta valoración, aquí os dejamos unas infografias que pueden eliminar algo de la confusión que se tiene incluso a la hora de distinguir un resfriado común de un episodio de gripe.
¿Cuáles son las diferencias entre los síntomas de gripe y de COVID-19?
El nuevo coronavirus y el virus de la gripe tienen presentaciones clínicas muy parecidas. Ambos comparten vías de transmisión y causan enfermedades respiratorias, con una gran variedad de síntomas, que pueden ir desde infecciones asintomáticas o con síntomas leves, hasta enfermedades graves y muertes.
Lo que varía es la proporción de pacientes con sintomatología grave, ya que en el caso del nuevo coronavirus el 80% de las infecciones causan enfermedad leve o asintomática, el 15% causan enfermedad grave, que requieren oxígeno y hospitalización, y el 5% causan síntomas críticos, que requieren ventilación e ingreso en una UCI. Estos porcentajes de enfermedad grave parecen más elevados que los observados en el caso de la infección por virus de la gripe.
La fiebre, la tos y la pérdida de olfato/gusto son síntomas comunes en la gripe y en la COVID-19, sin embargo, la fatiga, el dolor de garganta, dolor de cabeza y dolor muscular parecen producirse con menos frecuencia en la COVID-19 que en la gripe. La dificultad respiratoria también parece ser más frecuente en la COVID-19.
Además, si una persona está vacunada de gripe, es mucho menos probable que los síntomas sean debidos a la gripe.
No obstante, deberá ser siempre un profesional sanitario quien valore los síntomas y realice el diagnóstico diferencial.
Creencias erróneas sobre la vacunación
Si me pongo la vacuna me producirá la gripe
Todos/as hemos oido la frase de «uyy te vas a vacunar pues yo que nunca la cogía me vacuné y la cogí», pero de es un mito ya que se debe saber que las vacunas inactivadas actuales no contienen virus vivos, sino que están compuestas por fracciones de virus o subunidades proteicas y por tanto no pueden causar gripe. Existe una vacuna atenuada (de virus vivos debilitados) que se encuentra autorizada en España, pero que no se comercializará durante la temporada 2019-2020. Y por tanto, los pacientes con enfermedad inflamatoria intestinal, aunque se encuentren bajo tratamiento corticoideo, inmunosupresor y/o biológico pueden administrarse con confianza la vacuna.
Si bien, al igual que con otras vacunas, tras la vacunación pueden producirse reacciones locales o más infrecuentemente fiebre, malestar y dolores corporales. Las reacciones más comunes que tienen las personas que se vacunan frente a la gripe son considerablemente menos graves que los síntomas que causa la enfermedad real, y sobre todo, que las complicaciones que puede causar en las personas más vulnerables.
Es mejor contraer la enfermedad que vacunarse frente a la gripe
La respuesta a esta cuestión sin dudarlo es no. La gripe es una enfermedad que puede ser grave, especialmente en la población mayor y personas que padecen ciertas enfermedades crónicas. La infección por gripe puede suponer que presenten complicaciones graves, como la hospitalización o la muerte sanos. Por consiguiente, para obtener protección inmunitaria, vacunarse es una opción más segura que correr el riesgo de enfermar.
Las personas inmunodeprimidas no pueden ni deben vacunarse
Esta afirmación de nuevo es falsa, ya que sí, se recomienda la vacunación en los pacientes con inmunodepresión como aquellos con inmunodeficiencias primarias o secundarias a la administración de ciertos tratamientos, con cáncer, infectadas por el virus del VIH, trasplantadas, personas sin bazo, etc. Ver las recomendaciones de vacunación en grupos de riesgo que se encuentran disponibles en: https://www.mscbs.gob.es/profesionales/saludPublica/prevPromocion/vacunaciones/programasDeVacunacion/riesgo/home.htm
Si se confirman las previsiones es posible que este año veamos una reducción significativa de los casos de gripes, esto será debido a la protección que genera la vacunación en la población más suceptible pero también debido a las medidas de prevención y protección que se mantienen en la sociedad actualmente en la lucha actual contra la pandemia del coronavirus, por lo tanto no te olvides de ellas:
Taparse la boca al toser o al estornudar, preferiblemente con pañuelos desechables.
Lavarse con frecuencia las manos, sobre todo después de haber tosido o estornudado.
Procurar no reutilizar los pañuelos empleados al estornudar o al limpiar las secreciones nasales.
Limitar el contacto, en la medida de lo posible, con otras personas si se tiene malestar, fiebre u otros síntomas de gripe para evitar contagiarlas.
Evitar el contacto con personas enfermas para evitar que nos contagien.
Más recursos e información sobre vacunas y EII
Esperamos que te haya resultado de interés y no te olvides que respondemos a tus preguntas en el apartado de Preguntas Frecuentes de esta web
Si te interesa ahondar más sobre la vacunación de la gripe te animamos a consultar recursos como la página de la Asociación Española de Vacunología.
No podemos acabar este artículo sin destacar uno de los recursos específicos creados por la plataforma de pacientes de GETECCU, G-Ecucainflamatoria dónde a través de varios vídeos remarcan la importancia de la vacunación para este grupo de población que por su características de cronicidad y sus tratamientos los convierte en población suceptible y subsidaria de la vacunación anual.
Enfermera de la Unidad de Enfermería Inflamatoria Intestinal del Hospital La Fe. Disfruto de mi profesión, de las relaciones personales que me ofrece. Si algo me define es que me gusta aprender cosas nuevas e intento no olvidarme de disfrutar de las cosas pequeñas cosas de la vida porque creo que en ellas está la felicidad.
Hoy nos planteamos : Cómo influye la actitud en el proceso de recuperación de un enfermo crónico.
Quizás muchos de nosotros nos podemos sentirnos representados en las siguientes cuestiones que en algún momento de nuestra vida se nos han podido plantear, como… «¿Qué tenga actitud positiva ante una recaída de mi enfermedad?»,»¿pero de que me está hablando?», «como se nota que está más sano que una manzana! No tiene ni idea de lo que es esto…».
Esos fueron algunos de los pensamientos que invadieron mi mente cuando por primera vez alguien me dijo lo que sin duda has escuchado tú también en más de una ocasión: “la actitud lo es todo, anímate, se optimista”.
Como paciente de varias enfermedades crónicas, entre ellas la Enfermedad de Crohn de la que fui diagnosticada en el año 2000, conozco muy bien todos los pensamientos que genera el hecho de que junto al diagnostico nos digan la palabra “crónico” o “no tiene cura” o “de esto no te mueres pero vas a vivir con ello”… y a esto ¿cómo le pongo una actitud positiva? ¿qué es eso de la actitud? Hoy voy a hablarte de ello para ayudarte, si quieres, en el camino emocional que acompaña a la enfermedad que nos diagnostican.
Las palabras, dejan más cicatriz que una intervención quirúrgica
Sí, esas palabras, “enferma crónica”, se quedaron ahí, en algún lugar de mi inconsciente y me hicieron durante muchos años estar en alerta, en un observar de forma constante mi cuerpo, los dolores, las veces que iba al baño, la consistencia y color de las heces…sentía un miedo tremendo a que se cumpliera el pronóstico de “recaída”.
Así que decidí tomar todas las medidas necesarias y más. Bueno “decidir” es mucho decir, porque realmente yo no era consciente de PARA QUÉ estaba actuando así (cuidado excesivo de la alimentación, de las horas de sueño, no tenía mucho ocio, ya no salía de viaje fuera de España…).
Estaba en modo automático, dejando de vivir la vida y disfrutar de la remisión de la enfermedad para entrar en un bucle de hábitos aparentemente saludables físicamente que me generaron un sentimiento de supervivencia, de sobrevivir. Un sentimiento de estar enferma todos los días, sin respiro, cuando todo era relativamente normal y me encontraba mucho mejor físicamente de lo que mi mente me permitía ver.
Lo que mi mente me permite ver, oir, sentir…vivir.
¿Curiosa la frase no crees? Pues es tan real como que nos pasa a todos, tengamos o no una enfermedad crónica. Los pensamientos que tenemos nos nublan la visión, adormecen nuestros oídos, distorsionan todos nuestros sentidos, porque llegan a generarnos estados de depresión y/o ansiedad.
Un ejemplo para que te reconozcas en situaciones en las que te ha pasado, incluso antes de estar enfermo:
– “No recuerdo ni cómo he llegado, venía pensando…y cuando me he dado cuenta ya estaba”
– “Perdona, repítemelo, tenía la cabeza en otra parte y no te he oído”
– “No le tomo ni sabor a lo que estoy comiendo, estaba pensando en …”
¿Te reconoces en alguna de estas frases? Estoy segura de que sí, porque todos tenemos días o momentos en que la carga mental nos llega a sobrepasar, nuestros pensamientos toman el control de nuestra vida.
Cuando a esto le sumamos palabras como “enfermedad crónica”, “recaídas”, “tratamientos biológicos”… generan pensamientos como “no puedo pensar en otra cosa”, “¿qué pasará si este tratamiento tampoco funciona?”, “no puedo ponerme con un brote ahora, justo ahora que…”; … nos atormentamos, porque todo ese conjunto de pensamientos son “tóxicos”, “no sanos” para el bienestar emocional, y por ello el físico. A esos pensamientos o creencias, de forma inmediata se asocia una o varias de las emociones básicas (miedo, tristeza, enfado, sorpresa, asco y alegría). Y la suma de pensamiento y emoción, son el pronóstico de cómo actuaré (actitud).
Relación entre pensamiento-emoción-actitud-resultado
Te estás preguntando para qué te hablo de emociones y pensamientos cuando lo que necesitamos es una actitud positiva; te entiendo, yo también hice esa pregunta a mi coach cuando comencé mi proceso.
Tardé en entenderlo, sobretodo en digerirlo (nunca mejor dicho, ya que decidí hacerlo después de una recaída).
Con este cuadro resumen seguro que me explico mejor:
Todo pensamiento genera una emoción, ambos un sentimiento (actitud) que nos lleva a actuar siempre de una manera u otra.Como ya sabemos, toda acción tiene un resultado, y este puede ser positivo (entonces seguimos actuando igual) o negativo. Si el resultado que tenemos no es el esperado, entonces tendremos que revisar:
¿La acción es la adecuada? Si es que sí, miraré en la cadena un paso más atrás.
¿La actitud o sentimiento desde el que actúo es el adecuado? Si la respuesta es positiva, es decir tengo una buena actitud, actúo desde un sentimiento sano, con una intención positiva, tendré que revisar el paso anterior…
Las emociones, los pensamientos y los valores que generan esa actitud, ¿cuáles son?, ¿son positivos?.
Si las respuestas a las preguntas 1 y 2 han sido positivas, la respuesta a la pregunta 3 es, sin duda, negativa. Te invito a que dediques unos minutos a hacerte estas preguntas y las respondas desde la honestidad contigo mismo.
¿Qué es la actitud?
La actitud no es una camiseta que me quito y me pongo cada mañana; no es algo aislado. La actitud es la suma de cómo actúo, de mis capacidades, de mis creencias, pensamientos, valores y por supuesto de la emoción que me lleva a esas acciones.
Podríamos decir siguiendo el símil que la actitud es un traje compuesto de varias prendas, siendo la más íntima e inconsciente la emoción y el pensamiento que priman en nosotros.
La emoción “comodín” es el miedo. Miedo a perder el trabajo, miedo a una recaída, miedo a perder la pareja, miedo a que el tratamiento no funcione, miedo a que tenga efectos secundarios…¿Qué hay detrás del miedo? Esto nos lo explica muy bien Maslow, psicólogo estadounidense a través de «la pirámide de las necesidades».
Con su teoría, Maslow nos explica cómo nacemos con una serie de necesidades que a medida que vamos cubriendo dan lugar a un crecimiento personal y emocional que despiertan nuevas necesidades a cubrir, poco a poco, desde la base hasta la cúspide de la pirámide.
A su vez, toda emoción, nos habla de una necesidad no cubierta. ¿Cuál crees tú que es esa necesidad no cubierta en tí? ¿obvio no?. Todo enfermo siente que el segundo escalón de la base de la pirámide se tambalea; es más, como enferma de Crohn aseguro que el descanso, la alimentación, respirar incluso, se vuelve complicado…
Como cualquier pirámide, hasta la de un lego, si la base no está sólida se derrumba. Esto es lo que en ocasiones el diagnóstico de Enfermedad de Crohn, Colitis Ulcerosa o cualquier otra enfermedad crónica produce; y es que sentimos que nuestra vida, nuestro presente y nuestro futuro se desdibujan…, es decir, perdemos la NECESIDAD DE SEGURIDAD.
Reflexiona conmigo
Las palabras “enfermo crónico”, “enfermedad crónica”, “brotes recurrentes”… ¿están muy presentes en ti? , ¿las oyes y dices muy a menudo?, ¿cómo te hacen sentir?, ¿qué emoción despiertan en ti?, ¿y en la gente de tu entorno?… Desde esa emoción o sentimiento que te generan, ¿cómo actúas? ¿qué resultado tiene esa acción para ti?
Si sientes que no tienes cubiertas esas necesidades el resultado no es el que deseas. Las palabras positivas son medicina, no necesitan receta y puedes tomar cuantas más mejor.
La Programación Neurolingüística nació del estudio que realizó Richard Bandler junto a John Grinder de los patrones lingüísticos que utilizaba, en primer lugar, Fritz Perls, y luego Virginia Satir. Ambos eran dos terapeutas famosos de la década del 70 y precursores en estudiar y desarrollar el metamodelo del lenguaje. Su estudio muestra y demuestra cómo las palabras construyen pensamientos que tienen un significado emocional y como esto hace que nuestro lenguaje sea más o menos positivo.
Te invito a vivirlo con el siguiente ejercicio. Dos personas, A) y B) ante una recaída de su enfermedad:
a) ¿Por qué me tiene que pasar a mí?; ¿por qué otra recaída?; ¿cuándo habrá un tratamiento que cure esto?
b) Ya sabía que podía pasar; lo bueno es que ya sé lo que es y las etapas; esta vez no voy a callarme todo el miedo que sienta; la otra vez me fui con muchas dudas a casa así que iré anotando las que tenga para cuando pueda formularlas…
Léelo, en voz alta, siente en ti las emociones que los pensamientos de cada uno de ellos te generan. ¿Percibes la diferencia?, ¿Quién dirías que tiene unos pensamientos más positivos? , ¿Quién de ellos tiene más seguridad ante la misma situación?, ¿Cómo definirías entonces la actitud de cada uno?, ¿qué y cómo va a hacer cada uno para gestionar la recaída?.
Ahí está la resilencia: la capacidad para aprender de situaciones adversas y aplicar todo lo aprendido a situaciones futuras para gestionarlas cada vez mejor. Quiero compartir contigo algo que me llamó mucho la atención sobre mí en ese aprendizaje de quien soy, cómo actuó, con quién actúo así…
Yo pensaba que mi impaciencia (“cuando volveré a recaer”, “como será este nuevo medicamento”, “voy a hacer todo lo que pueda hoy por si mañana estoy peor…”), era solo en mi ámbito personal y causada por la enfermedad y el miedo que os explicaba. Pues no, resulta que durante mi proceso de coaching descubrí que era así, impaciente en todas las áreas de mi vida (trabajo, familia, amigos…). Fue sin duda algo que decidí cambiar porque entraba en el bucle de pensamiento negativo – emoción mal gestionada (ansiedad) – actitud impaciente – resultado=recaída.
CONCLUSIÓN
Nadie tiene la capacidad de vivir la vida saliendo ileso (una enfermedad, una pérdida de un ser querido, de un trabajo, del hogar…), pero TODOS tenemos la capacidad de controlar gestionar nuestras emociones y pensamientos para conseguir la actitud con la que deseamos vivirla.
Yo elegí pedir ayuda para aprender a gestionar esas emociones y pensamientos; elegí tener una actitud empoderada, resiliente, aprender de mí en cada recaída y cuando no puedo, pedir ayuda.
Yo elegí aprender cada día a vivir siendo “paciente siempre” “enfermo crónico”.
Gloria Valle Barco es Coach experta en Inteligencia Emocional y Máster en PNL.
Especializada en pacientes crónicos y sus cuidadores (enfermería, familia…).
Mi pasión es trabajar contigo y mostrarte los recursos emocionales y de comunicación necesarios para gestionar las situaciones y sentimientos que nos acompañan en nuestro día a día.
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